Al respecto: una de las premisas de las que parto, es una reflexión que compartió conmigo una funcionaria seria, estudiosa y respetada del Concejo de Medellín, en la cual me instó a aprender a afrontar la frustración en esta cuestión, pues, por mas que se quiera técnificar o cualificar con elementos académicos las políticas públicas, la última palabra la tienen personas, que no son precisamente académicos (en la mayoría de los casos), y aunque me cueste aceptarlo, ese es el precio de la democracia, hasta que Colombia se digne a tener gobernantes decentes.
¿El futuro de Colciencias?
A propósito de la espinosa polémica desatada en Colciencias por cuestiones presupuestales hace un tiempo, y del reciente nombramiento de una directora que carece de un perfil acorde a su cargo (sin demeritar su formación técnica, me refiero a que no tiene un perfil investigador... y ni CvLAC tiene). Recomiendo un libro que ayuda a conocer la historia de esta institución [*], el cual estoy leyendo porque ando buscando un punto de equilibrio, en el que sin ser utilitario, ni dejar de lado la importancia del papel de las humanidades en una sociedad, pueda entender por qué se dificulta que la investigación realizada en las universidades, sirva para resolver problemáticas sociales, y no se quede en una mera entelequia, ni ocupada en cuestiones academicistas que sólo atañen a expertos, y terminan confinadas al mundo de las ideas.
Al respecto: una de las premisas de las que parto, es una reflexión que compartió conmigo una funcionaria seria, estudiosa y respetada del Concejo de Medellín, en la cual me instó a aprender a afrontar la frustración en esta cuestión, pues, por mas que se quiera técnificar o cualificar con elementos académicos las políticas públicas, la última palabra la tienen personas, que no son precisamente académicos (en la mayoría de los casos), y aunque me cueste aceptarlo, ese es el precio de la democracia, hasta que Colombia se digne a tener gobernantes decentes.
[*] SALAZAR, Mónica. "Colciencias cuarenta años. Entre la legitimidad, la normatividad y la práctica." (2013). (Link: aquí)
Al respecto: una de las premisas de las que parto, es una reflexión que compartió conmigo una funcionaria seria, estudiosa y respetada del Concejo de Medellín, en la cual me instó a aprender a afrontar la frustración en esta cuestión, pues, por mas que se quiera técnificar o cualificar con elementos académicos las políticas públicas, la última palabra la tienen personas, que no son precisamente académicos (en la mayoría de los casos), y aunque me cueste aceptarlo, ese es el precio de la democracia, hasta que Colombia se digne a tener gobernantes decentes.