
"Cualquiera podría entenderlo: nos enfrentamos al cine como a las personas. Nos gustan o no nos
gustan las películas como nos gustan o no nos gustan las personas y la culpa siempre es de
nosotros. Bueno, no, no siempre -todos estamos de acuerdo en que un médico que viole a sus
pacientes es un enfermo mental y que Chucky, el muñeco diabólico es más bien cabezón, torpe y
ridículo-, pero sí tendríamos que aceptar, en todos los casos, que somos nosotros quienes no
estamos hechos para ciertas personas, ciertas películas, ciertas experiencias. Que no es culpa de
ellos. Que, sólo si lo intentáramos, podríamos comprenderlos."